domingo, 6 de marzo de 2011

OTRAS VERDADES SOBRE EL CASO NOTORIO.-

Sigo queriendo decir cosas sobre el caso Carrascosa en el que soy defensor. Y ésta insistencia mía se debe a que en mi larga carrera en el ejercicio de la abogacía, si bien siempre vi tergiversaciones de la verdad, jamás había visto intentar introducir en un proceso, y especialmente en una vista de causa oral, tantas y tan grandes falsedades, potenciadas  al  ser reproducidas para el  gran público, no obstante que  luego todo el juicio oral fue diariamente filmado para su transmisión al país. Semejante suma parcializó desde entonces, en forma  mala e inmodificable a la opinión pública.-

Esto fue posible, en mi opinión, porque el hombre común, analizando un cuadro judicial, no siempre es capaz de separar la paja del trigo, es decir, aquello que es esencial de lo que no lo es. Y además porque los grandes medios muchas veces incurrían en lo mismo, a veces por escaso conocimiento de lo técnico  inocentemente, a veces por hacer prevalecer el interés comercial, y a veces por la combinación de ambos componentes.-

En éste orden de ideas recuerdo, por ejemplo, que un diario, para mí muy respetado, causándome en ese momento una sensible decepción, publicó una noticia titulada más o menos así: “Se Quebró Carrascosa”. Este título era como que preparaba al lector a una noticia supuestamente sensacional, que consistía en la esperada confesión de Carrascosa. Y “quebrarse”, en una suerte de lenguaje vulgar del foro penal, refiere a la idea de que un imputado culpable no aguanta más la presión interior de su culpa, “se quiebra” y confiesa su culpabilidad.-


Y digo que el título me causó una sensible decepción porque, pese a la respetabilidad del diario, la cosa estaba teñida de amarillismo, ya que lo que en realidad había ocurrido era que mi defendido, hablando de su mujer muerta, se había puesto a llorar desconsoladamente.-
Hoy me voy a ocupar de un tema instalado por el Ministerio Público Fiscal, y blandido durante mucho tiempo como una gran verdad ante la opinión pública: el de la “gotita”.-
Se recordará que, practicada finalmente la autopsia de la victima, desde la Procuración de la Corte se lanzó a los medios masivos la afirmación que las perforaciones en el cráneo de aquella habían sido pegadas con “la gotita” y que había encubrimiento. Ambas afirmaciones fueron absolutamente asertivas, desde la primera fase de la investigación, y contribuyeron poderosamente  a que prácticamente toda la población del país se convenciese de la culpabilidad de mi defendido.-
Pese a ello, en el juicio oral se demostró que la famosa “gotita” se constituía de la unión de dos elementos químicos, y que en realidad se había hallado uno solo. Es decir, que “la gotita” no había existido en absoluto. Eso concluyeron diversas pericias a cargo de oficinas periciales oficiales y altamente calificadas.-


Pero el Ministerio Público Fiscal virtualmente necesitaba de “la gotita”, pues era su plato fuerte. Y así fue que se llevó a cabo una última peritación en la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata, utilizando un aparato sumamente sensible, que concluyó en lo mismo, con el solo agregado de que existía una probabilidad remota, muy remota, de que pudiese quizás, hablarse de la posible presencia del otro elemento químico. Esto era absolutamente endeble, tan endeble como ocurre cuando en las series norteamericanas el fiscal se niega a llevar a delante un  caso, por considerar que la prueba es “conjetural”.-
En el juicio oral declararon los peritos de parte, expertos de alta capacidad y solvencia, que habían participado en la experimentación en la Facultad mencionada. Y dijeron que cuando el automóvil en que viajaban estaba saliendo de la ciudad de La Plata y tomando la punta de la autopista hacia Buenos Aires, -es decir, unos minutos luego de haber salido de la Facultad-escucharon al entonces Procurador de la Corte decir por radio, asertivamente como se ha dicho antes, que se había hallado “la gotita” y que había habido encubrimiento. Nótese que cuando ocurría todo esto, se estaba en la Investigación Penal Preparatoria, etapa previa al juicio, y que se caracteriza porque la prueba que se acumula es denominada “semiplena prueba”, es decir, probanzas incompletas que, en todo caso, deben completarse en el juicio para hallar la “plena prueba”, ésta sí susceptible de tener por acreditado un hecho o una conducta, positiva o negativa.-
Cuando sentado en el atril de la defensa escuché esos dichos, no pude evitar que me viniese a la memoria el caso Dreyfuss, como ejemplo paradigmático en la Historia, de cómo, las subjetividades,-expresamente prohibidas a los fiscales por la ley 12061 del Ministerio Público, que les impone la obligación legal de actuar con objetividad, art.67-, pueden deformar la verdad e incidir, de manera intencional o no, malamente en la opinión pública.-
Y tampoco pude evitar reflexionar en la definición de Disraeli-que antes de ser ministro de la Reina Victoria fue prestigioso abogado de la barra de Londres-.
El nombrado, definiendo a la Justicia dijo, para mi magistralmente, “la Justicia es la verdad en acción”.-
También se demostró en el juicio oral que para sacar el cadáver del ataúd para hacer la autopsia, uno de los participantes del acto se había subido, obviamente con los zapatos puestos, sobre la mesa de operaciones, pisando sobre ella, contaminando groseramente de esa forma la superficie sobre la que reposara el cuerpo, y particularmente la cabeza, y por tanto contaminando la operación de necropsia; de la misma forma se demostró que el elemento químico tan esforzadamente buscado por el Ministerio Público Fiscal era común en productos veterinarios, champús para el lavado del cabello, etc.
Todas esas demostraciones hicieron que el tema de “la gotita” se diluyera absolutamente en el juicio, al extremo de su desaparición como elemento supuestamente demostrativo de la supuesta culpa de Carlos Carrascosa.-
Así fue en el juicio. Pero debo puntualizar, nó en la opinión pública, que en gran parte sigue creyendo que las perforaciones de bala fueron pegadas por “la gotita”…

Alberto Néstor Cafetzoglus   

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