Dr. Alberto Cafetzóglus |
Es bueno recordar que la sociedad humana está constituida por
hombres. Parece una perogrullada, y quizá lo sea. Pero hay en la cotidianeidad
de la relación con las cosas un fenómeno psicológico de olvido de las
estructuras esenciales. El pan que comemos a diario, por ejemplo, es algo para
comer y nada más que eso, y queda en el olvido
que está constituido por elementos que vienen de vegetales que se
cosechan y se manufacturan para servirlos a la mesa; los individuos con los que
nos relacionamos en el día a día, son personas con los que intercambiamos esto o
aquello, de cualquier naturaleza, con la atención prioritariamente puesta en el
objeto del intercambio.
La condición humana, a la que estamos tan acostumbrados
como al pan, por presupuesta, queda generalmente en la periferia.-
Y así ocurre que, cuando debemos mantenernos dentro de la
necesaria organización social, no se enfoca con la profundidad y rigurosidad
que se necesita al protagonista esencial de aquella, que es el hombre. Dejamos
que “eso” quede en manos de pequeños círculos de investigación, o de quienes se
ponen a querer gobernar, sea ello por mecanismos democráticos o de fuerza, fuerza
que puede manifestarse bruta y frontal, o bien disimularse haciéndonos creer
que coparticipamos en la forma democrática.-
En cualquiera de éstos dos últimos casos somos “súbditos”
aunque en la hipótesis del disimulo no tengamos
una cabal, generalizada, y profunda comprensión de ello.-
Todavía en la ex URSS hay mucha gente que añora el gobierno
brutal de Stalin; gran parte de los habitantes de la Alemania de entonces y
de países satélites , se sentían felices
de ser manejados y conducidos de modo absoluto por Hitler; y en varias
teocracias del Oriente musulmán los jefes ejercen la autoridad total como
señores de horca y cuchillo sobre grandes cantidades de población y con pocas
resistencias marginadas y acalladas; más cerca tenemos los tremendos fenómenos
de Cuba y Venezuela como muestras equivalentes. Y algunos seguidores más
“light”.-
Esas sumisiones que complacen a muchos, complacencias sin las
cuales probablemente las mismas no habrían sido y no serian posibles, están
directamente relacionadas con el hombre y con lo qué es el hombre.-
Sería bueno que cada uno de nosotros, supiésemos lo mas
aproximadamente posible qué y cómo somos, para que no haya lugar a pensamientos
mágicos que nos induzcan a error, o a planes y practicas encaminadas a explotar
nuestras debilidades y apetencias con la deliberada, pero no confesada
finalidad de que nos comportemos como ganado.-
Para ello es necesario que nos eduquemos a nosotros mismos, y
que prioricemos la necesidad de educar a las generaciones que vienen tras
nuestro, primero desde la familia y luego desde las instituciones educativas de
todos los grados.
En general nos olvidamos que evolutivamente tenemos tres
cerebros: a)-el reptiliano, el primero en antiguedad, el mas animal, dueño de
las acciones impensadas tendientes a saciar nuestras necesidades vitales
básicas; b)-el límbico, segundo en aparecer, donde están las emociones, miedo, amor,
rabia, celos, necesidad de vivir en sociedad, y los recuerdos arrancando desde
los más elementales y primitivos; c)-el neocortex o cerebro racional. Este tercero,
es el más nuevo en la evolución, de ahí la antelación de la expresión
“neo”=nuevo. Aquí se desarrolla la conciencia, la capacidad de controlar las
emociones y el desarrollo de las capacidades cognitivas.-
Los dos primeras tienen más que ver con la animalidad, mientras
que el tercero podría decirse que es la nota típica de la condición humana.-
En el hombre primitivo o “salvaje” u “homo natura” es obvio
que actúan principalmente los dos cerebros mas antiguos. Y como nos recuerda
Mira y López, aquel es movido “por los ingentes impulsos de preservación y
expansión en su ser, que constituyen los complejos dispositivos
defensivo-ofensivos y procreadores vulgarmente conocidos bajo el calificativo
de instintos de conservación y de reproducción. Estos se acusan a cada momento
en nosotros primero en forma de leves ”deseos”, luego de claras “ganas”, y más
tarde, si no son a tiempo satisfechos, de imperiosas e impulsivas “necesidades”
de huida, de ataque o de posesión”(Emilio Mira y López “Cuatro Gigantes del
Alma”,pag.10,Ed.Lidium,Bs.As.1988).-
Cuando vemos día a día lo que ocurre en el mundo del delito, en
todas sus gamas, no nos podemos engañar. No se trata de una “sensación” ni de
un ser que ha nacido bueno y la sociedad lo hace malo como se nos ha mentido y
se quiere seguir mintiendo, sino de una realidad biológica que se muestra con
las más oscuras, primitivas y poderosas fuerzas en acción.-
Esta realidad está en todos nosotros, desde los más humildes
a los más poderosos integrantes de la sociedad, abarcativa de gobernantes y
gobernados; y por lo tanto resulta que, bajo determinadas circunstancias todos
podemos ser delincuentes. (Ese fue el tema-tesis de una película francesa que vi
siendo un joven estudiante titulada “Somos todos asesinos”).-
Para que éstas fuerzas
oscuras, primitivas y poderosas no actúen caóticamente en el planeta
generando el imperio de aquello de que “el hombre es el lobo del hombre”, es
indispensable la existencia de un sistema normativo que sirva o ayude, según
expresa Paul Johnson, a “enjaular la bestia”.(“La Historia del Cristianismo”, autor
citado,pag.581,Javier Vergara Editor,1991).-
Ese objetivo lo cumple o intenta cumplir ante todo la norma
moral. Y si ella no es suficiente, la norma jurídica que prevé sanciones para
el acto antijurídico, creando órganos estatales que tienen el monopolio de la
fuerza.-
Respecto de la primera dice Alexis Carrel: “La actividad
moral es equivalente a la aptitud que el hombre posee para imponerse a si mismo
una regla de conducta, para escoger entre varios actos posibles aquellos que él
considera buenos para librarse de su
propio egoísmo y de su maldad”.(“La Incógnita del Hombre”, autor
citado,pag.140,Joaquin Gil,Editor,Barcelona,1937).-
La Argentina es el reino de la anomia, y esto ha sido señalado
y publicitado con precisas observaciones
e inobjetables razonamientos por escritores muy respetables como Nino, y
como Mira entre otros.-
Pero hay que apuntar que no solo tiene la culpa el chancho
sino quizás en igual o mayor grado quien le da de comer.-
¿A cuántos de los electores que durante décadas y décadas
hemos elegido representantes nos interesa como valor primero para decidir
nuestro voto, la supremacía del sistema normativo, los valores distintivos
entre lo bueno y lo malo visualizando a los candidatos y sus propuestas?
¿No son quizás muchos los que resignan el trabajo y el
esfuerzo del ejercicio de la libertad por la preferencia cómoda de entregar el
poder al líder, al “jefe”, que por alguna cuestión de pensamiento mágico se
considera providencial?¿No se advierte que esa forma de designación estimula al
elegido a sentir que puede “ir por todo”?
Tanto en éste acto tan importante y trascendental, como
cuando se cruza con el automóvil con la luz roja, o se toma velozmente la
banquina para avanzar en una ruta embotellada, como en tantas acciones que
priorizan al que las ejecuta en desmedro de sus semejantes, lo primero que está
fallando es el sentido moral, sea porque la norma no ha sido elaborada, sea
porque despreciándola se la quebranta.-
¿Qué es lo que ha fallado en ésta escalada de amoralidad, de
anomia, de antijuridicidad?
Creo que nada mas y nada menos que la educación. Primero la
familiar, pues donde se falla dentro de la familia en la formación de valores y
de normas de conducta, poco o nada pueden hacer la escuela y las universidades
y demás institutos u organismos.-
Y segundo la que está a cargo del Estado, sea por los
institutos estatales, sea por los que debe de alguna manera fiscalizar.-
Si en lugar de insuflar valores con contenido ético se enseña
ideas que parten de “ismos” perversos generadores de anarquía y de caos, y por
tanto facilitadores de la condición de ganado para ser arreado, la supuesta
“educación” produce un resultado igualmente perverso que es la antítesis de lo
que debe ser.-
Y si mas allá de las tareas específicamente docentes, los que
tienen la responsabilidad de dirigir y formar, en todas los grados de la tarea,
desde los más superiores a los mas inferiores, (es decir, ”gobernar” tomado el
vocablo en sentido amplio),descartan el buen ejemplo por la demagogia, la
mentira sistemática, la violencia en todo y los intereses bastardos, es decir, en
suma, el hacer a un lado las normas morales y las jurídicas, éste mensaje se
inscribe en la capacidad cognitiva del tercer cerebro y el resultado es la
amoralidad, la anomia, los modos más o menos anárquicos de la vida social, la
corrupción, la violencia y la antijuridicidad en las formas delictuales del
Derecho Penal y en las formas extrapenales del resto del sistema de derecho tiñendo
nuestras conductas.-
Reconozcamos nuestras realidades y partiendo de ellas
encaremos la recuperación a partir de ese reconocimiento. De lo contrario, siempre
volveremos a tropezar con la misma piedra.-