domingo, 25 de diciembre de 2011

¿Y SI NOS SACAMOS LA CARETA?

Dr.Alberto Cafetzóglus

Uno analiza la historia de la Humanidad y resulta que al decir de Paul Johnson es un verdadero prontuario.-

Una suma ininterrumpida de perversidades, mentiras sostenidas como verdades en forma dogmatica aun a costa de torturas, genocidios, guerras ininterrumpidas, estructuras creadas en nombre de  normas supuestamente  virtuosas, elaboradas para los estúpidos inocentes por señores que mientras lo hacían reprimían una sonrisa cínica de autocomplacencia mientras componían una faz severa y respetable.-

El tango Cambalache escrito por E. Santos Discepolo aparece en la década de 1930, o  un poco antes, en la Argentina, y uno cae en la simplicidad de decir:”bueno, es la descripción de un momento  de crisis que ocurría en éste lugar del mundo y en un tiempo determinado , el siglo XX.
Si así pensamos la erramos fiero. Caemos en una simplicidad enorme. Es que entonces no advertimos que Discepolo arranca diciéndonos: “Que el mundo fue y será una porquería ya lo sé/en el quinientos seis y en el dos mil también/, que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafaos/contentos y amargaos/valores y doblez……”.-

Lo dice con todas las letras. Ocurrió siempre, no es solo del momento en que, se podría pensar, su alma abrumada por la angustia de lo que está  viendo en el aquí y ahora, estalla en un grito de dolor muy criollo y argentino. 

No. Es tan solo un introito, pero que al mismo tiempo es un testimonio de vida. Lo que él, en su existencia en ese mismo momento, tiene recogido; mira para atrás y halla que los jinetes del Apocalipsis no aparecerán al final de los tiempos, sino que están ahora, que siempre estuvieron y que siempre estarán; la mirada retrospectiva lo lleva a la realidad del presente y del  futuro ineludible.-

Luego habla del siglo XX, símbolo máximo de lo impío y de lo feroz diciendo “pero que el siglo veinte es un despliegue de maldad insolente/ya no hay quien lo niegue/ vivimos revolcaos en un merengue y en un mismo lodo/todos manoseaos”….

Hace acordar a la insuperable película  protagonizada por Al Pacino en la que el demonio en él encarnado dice algo así como que “El siglo XX es mío……”.-
Y ahí es donde creo que erran, tanto Discepolo como el autor del “screenplay” del film. No es solo el siglo XX. Es todo el tiempo a partir de que en relato  judeo cristiano Lucifer cae del cielo echado de la vera de Dios.-

Desde entonces la soberbia y la ignorancia estructuran el becerro de oro que domina la vida de los hombres: cualquiera que detenta  un mínimo de poder, aunque sea un miserable reflejo prestado como la luz de la luna, se siente Dios: los emperadores romanos se hacen deificar y ello causa la perversa dialéctica pseudolegal y leguleya que crucifica a Jesús; Calígula en su locura cree que debe actuar como Cronos y comerse a sus hijos,(los locos y los borrachos siempre expresan fielmente sus verdades interiores, es decir lo que, bien o mal sienten),y así sigue la caravana de loca estupidez humana hasta el presente, y, con bastante probabilidad, así persistirá hasta el final de los tiempos, es decir, hasta   que  se cumpla el ciclo final que  la inexorable naturaleza del Universo concrete en éste planeta.-

Mientras tanto, una pequeña y por lo general  reprimida luz en la consciencia del hombre le ha dicho y le dice que hay que poner un límite  a esa caravana demente, y así apareció y existe el sistema normativo. Pero con él pasa  que los que insisten en querer ser dioses, aunque sean chiquitos e insignificantes pero dioses al fin, niegan, expresa o implícitamente, que él debe tener un contenido ético pues de lo contrario, vaciado del mismo, es  tan solo una antítesis.-
Antítesis que hace recordar  a Kipling: “si puedes soportar que la verdad por ti expuesta/sea tergiversada por los malos para hacer de ella una trampa de los tontos”.-
Esto es solo un pensamiento de Nochebuena. No tiene nada que ver con las cosas puntuales que motivaron la iniciación de éste blog.-

Pero si tiene que ver con la acumulación, a lo largo de los años, de vivencias de todo tipo que se fueron sumando, una sobre otra, inexorablemente, en el fondo del alma.-

Alberto N. Cafetzóglus 

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